Se estima que al rededor de la mitad de los alimentos producidos en el mundo terminan en un basurero y resulta imposible comprenderlo desde un punto de vista lógico, por su puesto, porque es una práctica no sostenible e inhumana cuando hay tantas personas que mueren de hambre. Luego de que el senado francés aprobara una ley por unanimidad, Francia se ha convertido en el primer país en el mundo en prohibir a los supermercados tirar o destruir los alimentos que no se vendan.
Tiramos 7,7 millones de toneladas de comida al año y la mayor parte se descompone en el refrigerador: 1,3 kilos a la semana. Así los dueños de supermercados ya no se encuentran a nadie esperando a que saquen las cajas con los restos. Esa imagen era habitual hasta febrero, pero desde entonces esos alimentos que acaban de caducar o que se han golpeado no pueden ir a la basura. Así, desde ahora los supermercados franceses ya no podrán almacenar la comida que se acerque a su fecha de caducidad y estarán obligados a donar los alimentos a organizaciones benéficas y bancos de alimentos. Los negocios que no cumplan la ley enfrentarán multas de 3.750 euros, una cifra no menor.
La ley es muy clara y obliga establecimientos de Paris, que mide más de 400 metros cuadrados, a donar los alimentos los bancos de alimentos o entidades sociales. La iniciativa, que se aprobó en diciembre en la Asamblea, ha convertido a Francia en el primer país del mundo en tomar una medida tan radical contra el desperdicio de alimentos, un fenómeno descomunal que ha cuantificado la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) dando esta escalofriante cifra: se botan nada más y nada menos que 1.300 millones de toneladas de comida mientras 870 millones de personas pasan hambre en el mundo.
Convenios y donaciones
Los bancos de alimentos recogen comida que donan particulares, pero también empresas productoras, distribuidoras y fundaciones . La mayoría de ellas tienen firmados convenidos y acuerdos de colaboración con la institución.
Un banco por provincia
La Federación de Bancos de Alimentos, fundada en 1996, se compone de 55 entidades, una por cada provincia. En Europa, hay otras 257 repartidas en 22 países.
Una red de voluntarios
La labor de los bancos de alimentos no sería posible sin sus voluntarios. En 2014 eran 2.474 repartidos por toda España.
Las cifras son tan grandes que cuesta hacerse una idea. España es el séptimo país del vergonzoso ranking de los derrochadores. Tiran 7,7 millones de toneladas de productos al año (algo así como 21.000 millones de paquetes de pasta, por hacer una comparación), la mitad que el líder, Reino Unido, pero ya han saltado las alarmas en las instituciones. La última, en el Congreso de los Diputados, ahora disuelto a la espera de las nuevas elecciones. La Comisión de Medio Ambiente aprobó por unanimidad hace unos días una proposición no de ley en la que insta al Gobierno a adoptar el modelo francés. En Cataluña y en el País Vasco manejan ideas similares, aunque no hay nada concreto. La resolución nacional, que contó con el respaldo de PP, PSOE, Ciudadanos y ERC, también reclama que los productos que no sean aptos para el consumo humano se reciclen. Una opción son productos para animales. Esto es a lo que se dedica la empresa Copiral desde 1995. Tienen capacidad para tratar 150.000 toneladas de productos que ya no se pueden comer, como yogures, helado, leche, galletas, macarrones, harinas etc.
Los entregan a las empresas productoras y en la planta aprovechan el 92,7%. Son líderes en no tirar ni una miga a la basura, una política que también sigue la Asociación de Empresas del Gran Consumo (AECOC). Hace cuatro años, esta entidad puso en marcha el proyecto “La alimentación no tiene desperdicio”, en el que colaboran las principales firmas de distribución: Alcampo, Carrefour, Dia, El Corte Inglés, Eroski, Mercadona, Lidl. Han conseguido que “la cantidad de alimentos donados crezca un 6%”.
Solo un 1,79% de los productos de estas firmas son retirados de las estanterías. «De ellos, el 43% no es apto para el consumo humano, pero el 32% se entrega a bancos de alimentos y otras entidades», detallan. A finales de mes, AECOC pondrá en marcha una web «para ayudar al consumidor a hacer un mejor uso de los alimentos y también para compartir las prácticas que están llevando a cabo las empresas en este ámbito». Como, por ejemplo, el proyecto de microdonaciones que gestiona desde 2011 la firma Caprabo, a través de 320 locales en Cataluña y Navarra. Porque Francia ha puesto en el punto de mira a los súper, pero no es donde más se tira. Según la Asociación de Cadenas Españolas de Supermercados (ACES), la cifra de lo que se desperdicia «es del 0,7%».
En nuestros refrigeradores está el agujero negro, pues los supermercados sólo son responsables de un 5% del despilfarro, dice la Comisión Europea. La mayor parte del mismo es responsabilidad nuestra (42%) y de los productores (39%). El desperdicio medio por hogar en España está en 1,3 kilos a la semana, la mayoría de productos frescos (carne, pescado, verduras). Al final de cada año, tiran a la basura 1,5 millones de toneladas, una cantidad que serviría para alimentar a 2,2 millones de hogares al año.
El Secreto De La Abuela
Nada se tira a la basura en casa de la italiana Diletta Parente. Las recetas de aprovechamiento, al más puro estilo de su abuela Nina, son su arma para lograrlo y las que la han convertido en colaboradora de la FAO para luchar contra el fenómeno. Vive en Barcelona y es socia fundadora de la Plataforma contra el Desperdicio Alimentario, que trabaja con todos los agentes implicados en la cadena de los alimentos (productores, empresas, entidades, consumidores). Pero lo que llama la atención es su blog, Recocinando, donde da recetas para reutilizar carne cocida que ha sobrado del guisado del domingo, enseña a hacer conservas de setas frescas, elabora una tarta de zanahoria con unas a punto de estropearse y que nadie más usaría.
“Los consumidores no están al tanto ni saben las consecuencias del despilfarro. Si conocieran que para encontrar esa fruta perfecta en el supermercado hay kilos y kilos que se tiran…”, dice. Por eso, se dedica a sensibilizar y a ofrecer alternativas. “En el Reino Unido y Portugal hay dos grupos que se encargan de decirle a la gente que la fruta fea es igual de buena que la bonita”.
700.000 toneladas de comida al año se desperdician en Dinamarca, arrasa un súpermercado de Copenhague llamado ‘We Food’. Acá venden productos caducados o con el embalaje dañado con descuentos de entre el 30 y el 50% e incluye un pequeño restaurante. La fila para entrar da la vuelta a la manzana. “No se trata de ganar clientes con poco poder adquisitivo, sino de concienciar a la gente”, dicen sus responsables. En un año abrirán tres nuevos locales. Los beneficios que obtienen se donan a la ONG DanChurchAid.
Existe otra alternativa para no desperdiciar comida y es una plaicación: “Yonodesperdicio” es una aplicación que lanzó en noviembre la ONG Prosalus y que sirve para que los usuarios que ya son 360, compartan alimentos a punto de caducar. “Nuestro objetivo es reducir el desperdicio en hogares”, explica su responsable, Mari Cruz Martín. Imagínese que usted tiene unos huevos y no los va a usar. Si los ofrece, puede que otra persona los aproveche y no terminen en la basura.
Desde el 2012 en Alemania, funciona una iniciativa parecida, “Foodsharing”. Tiene 100.000 usuarios registrados, de los que 15.000 son donantes de productos. La cifra es que han rescatado cuatro millones de kilos de comida.
El Envase Inteligente
Álvaro Saiz aún no termina de procesar el éxito de una iniciativa que puso en marcha hace justo un año: La Nevera Solidaria. En su municipio, tiene dos de estos refrigeradores donde los donantes guardan comida cocinada en el día, correctamente empaquetada y etiquetada y otras personas que la necesitan, se la llevan. Hay cinco más de estos refrigeradores en España. Hay una que es una máquina de “vending” a costo cero, explica Saiz. En su primera semana ofreció 300 raciones procedentes del excedente de las cocinas del centro. Diez países le han pedido asesoramiento, dice “En Austria se sorprenden porque a ellos no les apoya el departamento de Salud Pública y a nosotros sí”.
Otra gran aliada a la hora de nos desperdiciar comida es la tecnología, por ejemplo, en Valencia, ITENE, un centro tecnológico privado sin ánimo de lucro que colabora con la FAO y su iniciativa Save Food, trabaja en desarrollar un “packaging” inteligente. Tienen un proyecto para crear contenedores que alarguen la vida útil del producto “de forma natural y se llaman envases activos”. Ya han conseguido uno en el que la carne dura cinco días más de lo habitual, aunque sólo es un prototipo.
Otra de sus investigaciones está en una fase más avanzada, la de desarrollo del Sensopack, un envase con etiquetas hechas con una tinta especial que, en contacto con el producto, indican su grado de frescura. Así, podríamos aprovechar ese filete al que se le ha pasado la fecha de consumo preferente si está en buenas condiciones. Pensamos que debemos crear conciencia a nivel doméstico para que los alimentos no vayan a la basura, mientras que hay seres humanos que pasan hambre en el mismo planeta.