Sin duda, algo que últimamente va ganando más y más presencia, son los probióticos. Ya no solo escuchamos o vemos comerciales de yogures con “bífidus activo” o leches cultivadas. Es más, de acuerdo a Innove Market Insight, solo en los últimos 5 años, la cantidad de oferta en el mercado de probióticos se ha TRIPLICADO y solo en USA, ya alcanzan los 500 diferentes productos.
La demanda de este tipo de productos es tal, que la oferta ha aumentado intentando resolver una de las problemáticas más comunes de nosotros, los clientes comprar un producto que sea beneficioso y nutritivo. Y si solo juzgamos en la publicidad de estos productos, podemos decir que sí son productos nutritivos…pero la verdad, está un poco lejos de eso.
¿Qué son los probióticos?
Para empezar, tenemos que saber ¿qué son los probióticos? De acuerdo a lo indicado por la Organización Mundial de la Salud, los probióticos son aquellos microorganismos vivos que promueven beneficios en la salud del organismo que los consume. Por lo general, los productos lacto-fermentados, son probióticos aunque con mayor o menor afecto entre cada uno.
El kéfir, el chucrut y el Kimchi, son muy buenos y fácilmente se pueden preparar en casa pero hay que decir, que su sabor es un tanto peculiar, por lo que no son sabores para todo el mundo. Pero, está demás decir que este tema está lleno de incógnitas, pues los probióticos suelen resistir mal al calor, a las técnicas de procesado y a la exposición al aire en general. Además, la nueva oleada de productos que están en el mercado, no están refrigerados, están procesados, o suelen tener largos períodos de duración, cuando sabemos que en verdad los probióticos reales se degradan rápidamente con el paso de unos días.
¿Sirven para algo?
Siendo muy rigurosos en el tema, podemos decir que no se puede saber con seguridad si es que de verdad sirven de algo o no, aunque me tienta decir que no tajantemente. Es que claro, sabemos mucho del efecto de los lactobacilos y las bifidobacterias, mas no así de la enorme cantidad de productos que están saliendo en el mercado y que afirman que tienen el efecto deseado.
Por lo general, esto es así porque las empresas tienen esa tendencia a colarse en el sistema o a cambiar sus recetas, para caber entre ciertos parámetros que calificarían como legales, pero que en verdad no sirven de mucho, y muchos de estos productos que nos venden como probióticos, son solo medias verdades.
Una oportunidad que estamos dejando perder
Lo cierto es, que todas estas dudas, están haciendo que la confianza del público sobre estos productos, caiga a tal punto que en algunos países ya se están creando una serie de normas de regulación. Pero, qué es lo que sucede realmente…
Hoy sabemos que nuestra microbiota (los 30 billones de microorgansmos que viven en nuestro cuerpo) son fundamentales y que es muy importante trabajar en ellos.
De nuestra microbiota, dependen muchas cosas, desde nuestro peso hasta la forma en la que extraemos los nutrientes de los alimentos, en nuestra salud en general.
Y, si en algo está de acuerdo la comunidad científica, es que la microbiota es la llave para un nuevo tipo de biotecnología sanitaria. Esto, quiere decir que aunque nuestro conocimiento aún es escaso, su potencial puede llegar a ser revolucionario. Es más, desde hace años, se mantienen bancos de floras intestinales las que hoy nos están permitiendo combatir infecciones muy peligrosas, enfermedades inflamatorias crónicas y hasta, la obesidad.
Este, es el problema más grande de todo este BOOM de los productos intestinales, que se están vendiendo en el mercado. Lamentablemente, no se tiene evidencia científica de que realmente funcionen y las grandes empresas terminan ofreciendo un probiótico el que finalmente, solo termina provocándonos desconfianza en este tipo de productos los que en realidad tienen un gran potencial para nuestra salud.
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