Todos quienes amamos la cerveza nos hemos hecho bastantes preguntas sobre esta bebida. Quizás hemos googleado algo sobre ella e incluso hemos planeado hacer nuestra propia birra. Y no es extraña esta atracción, pues el proceso de elaboración de este brebaje es un mundo fascinante (y cuando azuzas el paladar probando distintas variedades, no hay vuelta atrás).
Como sabrás, hay distintos colores de cerveza, así como cada una tiene un aroma distinto. Hay cervezas pálidas, ámbar, marrón y negras, con sabores y tonos distintos. Y si alguna vez te preguntaste por qué existe tal variedad en sus colores, sólo tienes que seguir leyendo para encontrar la respuesta.
A menos que se use una hierba, fruta o un colorante natural, la cerveza obtendrá su color característico gracias al grano de malta utilizado para su elaboración.
Es en el proceso de malteado que la cerveza adquiere una tonalidad: las ligeras y las pálidas son hechas con granos tostados, y las cervezas más oscuras utilizan la malta más asada.
Eso de que el color de la cerveza determina si es suave o es fuerte es un mito, pues algunas de las cervezas más fuertes del mundo son de color claro. Mientras, cervezas oscuras como las stouts irlandesas, son refrescantes y ligeras.
En el proceso de fabricación se les puede agregar flores, frutas, hierbas y jugos, lo que haría que cambie su tonalidad.
Flores como el hibisco hacen que la cerveza tome un tono magenta brillante, y los jugos cítricos (como el de naranja y el de pomelo rojo) le dan una coloración menos vibrante.
Pero sin duda, más allá de los detalles sobre su sabor y color que prefieras, la cerveza es un fiel acompañante en cualquier reunión. Y cualquier ocasión, formal o informal, es una excelente excusa para degustarla y redescubrirla en una nueva variedad.
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