Si buscas un queso fresco, simple y fácil de hacer tienes que probar con el Labneh. También conocido como laban o leben, esta es una especie de queso de yogur que tiene un color blanco y es elaborado con leche.
Su consistencia está entre el yogur y el queso y, dependiendo del país, suele tener una textura pastosa. Su origen está en el Líbano y es un elemento típico de la cocina de Oriente Medio.
Se puede conservar por mucho tiempo dejándolo secar en forma de bolsas de 3 o 4 centímetros de diámetro que se sumergen en un frasco para conserva con abundante aceite de oliva.
Con esta sencilla receta podrás hacer tu propio queso Labneh. Y, si te gusta saborizado, también podrás agregarle hierbas aromáticas de la huerta.
Con esta receta podrás hacer 12 oz (unos 340 gramos) de queso Labneh.
Utensilios
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Estopilla, gasa o muselina (calicó)
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Colador o tamiz
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2 cuencos
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Cuerda
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Tazón
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Opcional: sal, hierbas, ajo, frutas
Ingredientes
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500 gramos de yogur natural o yogur de soja, comprado o hecho por ti.
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1/2 cucharadita de sal (si quieres tener una versión más dulce, añade 3 cucharaditas de azúcar en lugar de sal).
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Condimentos (opcional): ciboulette, cilantro picado o comino en semillas, cáscara de cítricos, hierbas frescas finamente picadas, frutos secos picados, etc.
Evita que se produzca una contaminación bacteriana durante el drenaje evitando ponerlo a temperatura ambiente. Asegúrate de enjuagar bien la estopilla antes de utilizarla, para evitar que el queso no tenga sabores indeseados.
Preparación
Corta un cuadrado grande de gasa o muselina de unos 38 centímetros de diámetro, asegurándote de que el exceso de tela cuelgue por los bordes, ya que lo usarás para atar por arriba. Enjuágala (y luego preocúpate de escurrirla bien) o tamízala antes de usarla.
Puedes utilizar un filtro de papel para café bien grande para hacer ésto, pero necesitarás un poco más de estopilla.
Pon el colador o el tamiz forrado en un recipiente de tamaño adecuado. Si tienes un soporte para jalea, puedes usarlo en su lugar.
Vierte el yogur en otro tazón, añade la sal (o el azúcar) y cualquier aroma o especia que quieras añadirle. Siempre debes agitar bien cada cosa lego de añadirla. Prueba con varias mezclas para encontrar lo que más se adapte a tu gusto.
Vacía el yogur mezclado en la parte superior de la estopilla usando una cuchara. Abre los lados y átalos fuertemente usando una cuerda, dejando un trozo sobrante de la misma para atarla por arriba. La bolsa comenzará a gotear líquido: déjala escurrir poniendo un recipiente debajo de la bolsa.
Pon un peso en la parte superior de la bolsa. Un plato pequeño o una lata servirá.
Coloca el recipiente en un lugar fresco por al menos 15 horas. Si tu cocina o tu fregadero no es muy fresco (temperatura ambiente o superior), deja el queso en la nevera para minimizar el riesgo de que puedan aparecer bacterias.
Puedes dejarlo 1 o 2 días, hasta que logre la consistencia que desees. Mientras más tiempo lo dejes reposar, más consistente se volverá. Este proceso puede acelerarse apretando la grasa para forzar la evacuación de los excesos de agua.
Quítalo de la nevera, desenvuélvelo y drena el líquido que quede. Pon el queso en un plato o en un bol. Puedes añadir hierbas frescas o frutas secas en el queso si deseas.
Guarda el queso en la nevera y cúbrelo con una envoltura de plástico para que se conserve fresco hasta por 4 días.
Si quieres que se mantenga por más tiempo, divídelo en bolas, ponlas en un frasco esterilizado y cúbrelo con aceite extra virgen de oliva. Puedes añadir romero o tomillo y algunas semillas o especias como el cilantro, deja marinar por al menos un día y sirve. Si lo guardas en la nevera de esta forma, podrás usarlo hasta por una o dos semanas.
Este queso se puede fundir, va con pan fresco y con galleta, aunque es bastante rico solo o en salsas y ensaladas. También se puede usar como aderezo para verduras al vapor.
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