Si eres de los que les gusta hacer comida horneada, debes haber pasado por la terrible experiencia de hacer pollo al horno y que este termine tan seco que es imposible comerlo, sobre todo la pechuga de pollo suele secarse más que el resto.
Pero hoy te enseñaremos algunas técnicas que debes aplicar para que tu pollo al horno no vuelva a quedar seco. Aplica estos pequeños truco y tu pollo al horno quedará siempre jugoso.
Remoja el pollo en agua caliente:
Pon el pollo lavado en un tazón, vierte una taza de agua tibia ligeramente salada. Deja el pollo así durante 15 minutos. Esta etapa es muy importante, gracias a esto la carne conservará su jugo.
Unta el pollo con mantequilla o aceite:
Seca los filetes con toallas de papel y luego úntalos con mantequilla derretida o cualquier aceite vegetal. De esta manera el pollo quedará suave por dentro y crujiente y dorado por fuera.
Agrega especias:
Llegó el momento de agregar las especias. Escoge las que más te gusten. Con el pollo combinan bien el curry, la pimienta y la cúrcuma.
Hornea a temperatura alta:
Otro truco para preparar una carne jugosa es hornearla rápidamente a temperatura alta. Calienta el horno a 240 grados, pon los filetes de pollo sobre una bandeja o en un molde para hornear (es mejor forrar el fondo con un papel de plata (aluminio) o papel para hornear para que luego no tengas que tardar lavando la bandeja). El tiempo de preparación depende del grosor de la carne y varía de 15 a 20 minutos. En este rato puedes preparar una guarnición, por ejemplo, un arroz delicioso.
Deja el pollo reposar:
Para que la pechuga no pierda su jugosidad, deja que repose un poco después de que lo saques del horno. Simplemente tápala con un papel aluminio y déjala por 10 minutos.
Ahora sí, la pechuga de pollo te quedó suave, crujiente y jugosa a la vez. ¡Buen provecho!
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